domingo, 29 de julio de 2018

Diario de viaje de Galnor

Rivendel, Día 7 de octubre del año 1223 de la Tercera Edad del Sol.
Por sugerencia de uno de los elfos del lugar del cual me he hecho amigo, he decidido empezar este diario para narrar los sucesos importantes que nos ocurren a nosotros, el grupo conocido como Los Hombres Errantes. Somos un grupo de nómadas comerciantes que recorremos las Montañas nubladas durante todo el año y nos detenemos en distintos puntos varias veces al año. Sabemos muy bien los peligros que traen estas montañas infestadas de orcos y con la Ciudad de los trasgos bajo tierra, pero de alguna manera, siempre salimos de las situaciones más peliagudas. Cabe decir que no somos simples mercaderes o comerciantes: sabemos luchar y defender nuestras vidas. La mayoría del grupo está formado por hombres que son los últimos vestigios de lo que alguna vez fueron las Tres Casas de los Edain. Por mi parte, soy uno de los pocos descendientes que quedan de la casa Hador y por ello, soy un hombre de larga vida al estar emparentado además con gente cuya sangre es de Númenor.
Mis ancestros (un reducido número de hombres) abandonaron Númenor al comienzo de su inevitable caída y se establecieron al oeste de las Montañas Nubladas en la Tierra Media. Desde entonces, debido al peligro que suponen las continuas escaramuzas de los orcos, el grupo llamado Los Hombres Errantes siempre se ha mantenido en movimiento. Pocas veces nos hemos desviado del rumbo marcado por esta larga cadena montañosa ya que, a pesar del peligro, siempre hay lugares para esconderse. Las pocas veces que alguno de nuestros miembros ha abandonado esta marcha ha sido por trabajo. Sí, no nos limitamos solo al comercio sino que también hemos llegado a aceptar algunos trabajos como mercenarios o consejeros.
Ahora mismo nos encontramos en Rivendel, intercambiando bienes e información. Los Altos Elfos del lugar, cuyo señor es el peredhil Elrond, son buenos aliados. Siempre mantienen seguras sus fronteras y dan descanso a los viajeros que circulan por estas tierras. A cambio, en más de una ocasión hemos otorgado ayuda tanto en lo referente a la construcción como en las luchas. Desde tiempos antiguos hombres y elfos han luchado juntos contra el mal que asola este mundo. La mayoría de las historias de esas guerras nos han llegado a través de libros rescatados de lugares ya abandonados o de boca del propio Elrond, del que dicen que es más viejo que el tiempo.
Uno de ellos, cuyo nombre es Fizel , luchó a mi lado en una de las escaramuzas de los orcos en Rivendel a través del río Fontegrís. Tras una batalla intensa en la que milagrosamente ninguno de los nuestros cayó, expulsamos a los orcos del lugar. Fizel siguió a rajatabla una de las tácticas que empleé para rechazar el ataque. Gracias a esos logros obtenidos, el propio Elrond me impuso el título de “El Estratega” en la lengua común. Fizel y yo nos hicimos amigos y prometimos hacernos más fuertes y sabios para la próxima vez que nos encontrásemos.

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