domingo, 29 de julio de 2018

Quinto fragmento del diario de viaje de Galnor.

Rhudaur, Día 21 de Marzo del año 1224 de la Tercera Edad.
Tres días de viaje habían pasado pero nos detuvimos un día debido a que Elrond había enviado emisarios a los reinos de Cardolan y Arthedain pidiendo ayuda. Ellos, que también estaban en guerra contra Angmar, estuvieron más que dispuestos a colaborar en esta campaña y una formidable legión de 5000 hombres llegó hasta nosotros que sumados a los 1000 elfos que salieron de Rivendel y a algunos de los Hombres Errantes, parecía que estábamos preparados. No podíamos ni imaginar lo que nos esperaba allí.
Varios capitanes de los hombres y elfos se reunieron en un consejo para discutir el plan de ataque. Yo mismo participé aunque al principio solo pude escuchar lo que decían ya que nunca había visto esas tierras. Según tenía entendido, Angmar era un reino recién fundado pero debido a la hostilidad del lugar y a su gobernante, nadie se había atrevido a cartografiarlo. Sin embargo, otro asunto había que tratar y era el reino de Rhudaur.
Rhudaur es uno de los reinos en los que se dividió Arnor tiempo atrás junto a Cardolan y Arthedain. Pero por lo visto ha tenido tratos con el nuevo reino de Angmar y posiblemente nos salga al paso ya que de los tres, es el más cercano a las Montañas Nubladas. Sin embargo, nada teníamos que temer con la fuerza de nuestros nuevos aliados. Erlendur y Mellidian se hacían más cercanos a medida que avanzaba el viaje y la elfa demostró tener cierto conocimiento del terreno a esas alturas de las Nubladas.
Sin embargo, sospechamos de una trampa al pasar por la frontera del reino y encontrarla prácticamente vacía. Uno de los soldados llegó con un hombre del lugar agarrado al cuello y le sonsacó de mala manera el paradero del ejército de Rhudaur, escaso pero fuerte. El hombre se rio y dijo que todos los soldados habían marchado al norte. Una vez liberado, el hombre corrió a buscar un palo cercano y se acercó a golpear la cabeza del que lo había dañado. Una pelea se desató ahí mismo que detuvo Mellidian entonando un canto élfico que provocó que ambos dejaran de pelear. Erlendur se impresionó por el arrojo de su nueva compañera y ella simplemente se limitó a devolverle la mirada con una radiante sonrisa. Quién podía imaginarse que hace unos días la misma chica que vemos hoy sonriendo estaba llorando desconsoladamente por la captura de su hermano Fizel. “Es más fuerte que nosotros emocionalmente”, pensé en ese momento.
Contra todo pronóstico, una gran grieta se abrió en la tierra y provocó un temblor. Nuestras fuerzas no sufrieron daño alguno pero no se pudo decir lo mismo de Mellidian, Erlendur y yo. Caímos varios kilómetros bajo tierra y yo habíamos nada que pudiéramos hacer para evitar la caída y el posterior choque. Pero para nuestra sorpresa, una corriente de aire amortiguó nuestra caída en el tramo final. Ante nosotros se hallaba una montaña totalmente nevada y ridículamente grande. Entre la ventisca y la poca visibilidad, decidimos emprender el ascenso por la montaña puesto que no veíamos otra ruta hacia la cual moverse. Ninguno sabíamos que estaba pasando y yo al menos estaba especialmente preocupado puesto que nos habíamos separado de nuestros compañeros antes de la batalla. El frasco con luz que se asemejaba a una joya luminosa que me fue entregado por Galadriel comenzó a brillar y comprendí que quería enseñarnos algo…

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