lunes, 18 de marzo de 2019

Onceavo fragmento del diario de viaje de Galnor

Lond Daer, 15 de marzo del año 1250 de la Tercera Edad.

Lond Daer. Ciudad marinera. Hace tiempo era una importante ciudad de Arnor pero con el tiempo se convirtió en un puerto normal.
Erlendur y yo llegamos después de unos días de viaje. Decidimos dar un rodeo pues no me entusiasmaba precisamente la idea de atravesar un fragmento del bosque de Fangorn, hogar de los ents. Aunque a Erlendur no le importaba, decidí que sería mejor un viaje tranquilo y sin muchos problemas.
Preguntamos sobre la ubicación de la taberna "La barba polvorienta". Después de escuchar las indicaciones de los lugareños, nos dirigimos al lugar de encuentro que nos indicó Galadriel.
-Espero que no sea nada extraño, aunque, teniendo en cuenta quien nos envía, mucho me temo que acabaremos involucrados en algo mucho mayor- le dije a Erlendur.
-¿Y eso te asusta?- respondió mi amigo- En caso de que algo ocurra, ya me ocuparé yo de repartir los golpes.
Erlendur se había vuelto incluso mas confiable que antes a lo largo de los años. Se llevó la mano a su espada y me hizo un gesto dándome a entender que no pasaría nada. Un recuerdo invadió mi cabeza al ver la espada de mi amigo, pues ya he mencionado en escritos anteriores las capacidades de este arma.
Al partir de Rivendel, mucho tiempo atrás, Erlendur dejó el regalo de Celeborn en la ciudad diciendo que ya la recogería a su vuelta. Algunos elfos del lugar pecaron de insensatos y escucharon sobre la espada por lo que muchos incrédulos intentaron levantarla sin éxito. Hubieron bastantes lesiones por lo que pude poner en práctica algunas técnicas de Elrond aunque no fuera el escenario en el que más me hubiera gustado poner en práctica mis habilidades.
Encontramos el lugar después de caminar un rato. Debido a las horas que eran, todavía había muy poca gente, la gran mayoría descansando un poco de su día a día habitual. Sin embargo, habían dos personas que destacaban por encima de los demás en la taberna. Saltaba a la vista que eran de lejos, en uno de ellos pude reconocer algunos rasgos de los habitantes de Rhovanion. Observaban pasar a todo el mundo como si estuvieran esperando a alguien que ni siquiera ellos conocían.
Le hice un gesto a Erlendur y nos acercamos a preguntarles ya que algo me decía que estaban metidos en la misma refriega que nosotros.
-Muy buenas, caballeros -comencé diciendo- He notado que no sois de por aquí. Por un casual... ¿a vosotros también os ha citado en este lugar un anciano de extraño aspecto? - eso último lo añadí ya que no conseguí reproducir exactamente la descripción que me dio la dama Galadriel.
-Si, veo que a vosotros también os han hecho llegar ese extraño mensaje acerca de una misión -me dijo el procedente de Rhovanion.
-Entonces los cuatro hemos sido citados por este extraño azar del destino- dije.
-¡Querréis decir cinco! - proclamó otro hombre que venía hacia nosotros.
-¡Oh, cinco somos entonces! - dijo el acompañante del de Rhovanion.
-¡Exacto! ¡Mi nombre es Cyrion de los Frombaat y...!
-¡Disculpadme por mi falta de cortesía! Yo soy Galnor y este de aquí es Erlendur -dije señalando a mi amigo.
-¿Galnor? ¿El consejero del rey Vidugavia durante la batalla contra los orientales? ¡Y Erlendur ni más ni menos, el asesino de 50 hombres! ¡Encantado, mi nombre es Brego!
-Veo que todos tenéis una historia que contar -dijo el restante- Soy Halad, un humilde herrero aunque también me dedico a otras labores.
Erlendur y yo nos miramos ante la mención de aquella batalla. No es un episodio que queramos recordar pues muchas bajas hubieron por ambos lados. Afortunadamente, pudimos regresar con vida para contarlo y desde entonces nuestros nombres son conocidos en el reino de Rhovanion.
Continuamos charlando unos cuantos minutos cuando de repente, la puerta de la taberna se abrió de par en par. Una imagen un tanto ridícula apareció ante nosotros; un hombre bastante anciano con una túnica negra y apoyado en un bastón pero que intentaba darse aires de grandeza.
-¡Bueno, por fin he llegado! - gritó el anciano- ¡Me llamo Pangurix! ¿Donde estoy?

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