miércoles, 20 de marzo de 2019

Primer fragmento del diario de viaje de la Compañía del Águila escrito por Galnor.

Barco de Fexsor, 10 de mayo del año 1250 de la Tercera Edad

Llegamos a los Puertos Grises. Erlendur y yo fuimos a buscar directamente a Cirdan pues lo conocíamos de algunas pocas ocasiones que pasamos por aquí. El elfo carpintero de barcos se encontraba hablando con otra persona, la cual se notaba que no era de por aquí. Parece que nuestra racha de encuentros aún no terminaba.
-Sabía que vendríais pronto por aquí- nos dijo Cirdan- He estado continuamente oteando en vuestra dirección. Parece que el destino una vez más exige algo de vosotros, Galnor y Erlendur. Y he estado preparando el terreno para vosotros ya que lo que buscáis no se encuentra aquí.
-¿Dónde se encuentra entonces, maestro Cirdan? -le pregunté.
-El hombre que buscáis partió muy lejos de aquí, rumbo al sur. Llegó aquí y me pidió un pequeño barco a cambio de una cantidad de piezas de oro. Supe enseguida quién era y por qué estaba aquí. Atendí a sus peticiones y se marchó sin más.
-¿Alguna pista de hacia dónde pudo haber ido? -le volví a preguntar.
-Eso es lo que estaba a punto de deciros. Hay lugares lejanos más allá de los mares de la Tierra Media y no me refiero a los inaccesibles por los mortales.
-Nunca había escuchado de otros lugares más allá del mar -dijo Erlendur tomando la palabra.
-Porque nunca os había hecho falta saberlo. Sin embargo, el tiempo apremia y ya nos podemos demorarnos más -nos dijo Círdan y, esta vez, se dirigió a todos- Os presento a Fexsor, un navegante de más allá de mar.
Era un ser humano, como nosotros. Sin embargo, noté que sus rasgos eran distintos a cualquiera que hubiéramos visto antes.
-Mi nombre es Fexsor. Viajo por todos lados pues me gusta hacerlo y nunca dudaré de disfrutar de buena compañía y una buena fiesta. Llegué aquí prácticamente por casualidad y... ¡aquí estoy!
Uno a uno nos fuimos presentando ante el marinero. Era la primera vez que conocía a alguien que no fuera de ningún rincón de la Tierra Media.
-Sin embargo, harán falta varios preparativos para marcharnos. Al menos, unas tres semanas antes de partir pues es un viaje largo y necesitamos provisiones entre otras cosas- nos comentó Fexsor- la lejana tierra de Gadesia.
-Jamás había escuchado hablar de ese lugar -dije sorprendido- Por como hablas deduzco que no es la primera vez que vas allí.
-Exacto. Cada año se celebra la Feria del Dragón en ese lugar y allí se reunen personas de todos los rincones del mundo, cada uno movido por sus propios motivos. Es muy probable que la persona que buscáis se encuentre por allí o al menos haya estado de paso.
-De acuerdo. Las provisiones las podemos conseguir rápidamente así que, ¿por qué demorar el viaje?
-Mi navío necesita varias reparaciones. He de decir que estos últimos días de travesía han sido duros. De hecho ha sido una suerte llegar hasta aquí y emcontrarme con Cirdan. El carpintero dijo que tardaría un tiempo en terminar las reparaciones así que hasta entonces, poco podemos hacer.
-¡Podemos llegar nadando! -gritó Pangurix- Seguro que no es tan lejos.
-Son 10 días con viento favorable hasta allí en barco. ¿Seguro que quieres intentarlo? -preguntó Fexsor.
-Ehm... ehm... ¡Secuestro, secuestro!
-Te lo juro, Galnor. Un día de estos lo mato -dijo Erlendur.
-Por cierto, sería buena idea que os fuerais pensando un nombre para vuestro grupo -nos sugirió Fexsor- Todos los grupos que acuden se llaman de alguna forma.
-¡Nos llamaremos la Compañía del Águila! -gritó Pangurix.
-¿Y por qué la Compañía del Águila? -preguntó Halad.
-El estandarte de Himling es un águila, o al menos así me dijo mi maestro. ¡Así que seremos la Compañía del Águila!
Nadie se opuso a lo que dijo Pangurix. Incluso he de reconocer que suena bastante bien, para variar. La Compañía del Águila nos hacemos llamar desde entonces. Estoy escribiendo las últimas líneas de este diario en el barco de Fexsor. Llevamos 9 días ya de viaje. Evidentemente, para no alargar más, he omitido todo desde que Erlendur y yo nos fuimos a ultimar los preparativos para el viaje. Además, el barco estaba bastante maltrecho así que Cirdan tardó un poco más en hacer las reparaciones además de que continuamente le llegaban otros encargos y urgencias al carpintero. Finalmente, tras poco más de un mes, nos hicimos a la mar y desde aquí escribo.
-¡Tierra a la vista! -gritó Fexsor al décimo día por la mañana.
Y ante nosotros, allí, se encontraba la isla donde esperábamos encontrar al príncipe desaparecido.
He decidido que este escrito ya no será como los demás. A partir de ahora, he de narrar las peripecias de la Compañía del Águila.

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