jueves, 21 de marzo de 2019

Segundo fragmento del diario de viaje de la Compañía del Águila escrito por Galnor

Gadesia, 12 de Mayo del año 1250 de la Tercera Edad.
-¡Tenemos una misión que cumplir! -anunció Pangurix- ¿Dónde estoy?
Esas fueron las primeras palabras que dijo el anciano en esta tierra, Gadesia. No tenía ni idea de como iba a resultar nuestro cometido. No sabía nada del lugar salvo lo poco que Fexsor nos había contado. Y he de decir que todo ello me inquietaba. La última vez que me adentré junto con Erlendur en territorio desconocido... todo lo que ocurrió será la carga que siempre tendré que llevar.
A medida que nos íbamos adentrando en la isla, pudimos ver más de cerca a los lugareños y a las gentes que venían de varios lugares distintos. Habían incluso seres que en la vida me había imaginado que existían. Sin embargo, el lugar estaba regido por humanos. Un grupo en especial, el Consejo Regente de Gadesia, eran los mandatarios.
A sugerencia mía y de Erlendur, decidimos no participar en la presentación de los distintos grupos que mostraban sus respetos y peticiones al Consejo Regente pues lo mejor era no llamar mucho la atención. Pero incluso con todas las precauciones tomadas, hubieron muchos asuntos que solucionar por nuestra parte.
Entre ellos, Pangurix. Se dedicó a llamar la atención de todos los presentes lo cual fue una jugada arriesgada. Por una parte era bueno pues me dejaba más espacio para la investigación pero otro lado había que estar pendiente de que no le ocurriera nada y no ocasionara problemas a los demás.
Y entre todo el gentío, dimos con alguien que nos dio una ligera información sobre nuestro príncipe desaparecido. Afortunadamente, nos las apañamos para colocar un cartel con su cara en el tablón de anuncios del lugar, a ver si alguien conseguía darnos alguna pista. Por desgracia nadie, salvo esta persona, vio nuestro mensaje.
Aún así, nos dio ciertas pistas sobre el príncipe y nos dijo que posiblemente lo encontremos por aquí. Tras mucho buscar por los alrededores, no obtuvimos nada más. Nos encontramos dos veces mas con la persona que nos facilitó la información y entonces comencé a dudar. Acudí a Erlendur y le transmití mis preocupaciones.
-Algo me dice que ese sabe más de lo que dice -le dije a mi amigo.
-Veo que tú también opinas lo mismo. Tal vez la próxima vez que nos lo encontremos deberíamos hacer algo al respecto.
Y así lo establecimos. Le comentamos el plan a los demás y acordamos arrinconar a esa persona la cual aparentemente conocía sobre Balagos.

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